Las empresas privadas (propiedad de unos cuantos) están descuartizando a zarpazos, con el beneplácito y la inestimable ayuda de nuestros gobernantes, a las empresas públicas (propiedad de todos). Al igual que los bancos han conseguido rematar a las Cajas de Ahorros y Rurales para quedarse sin competencia con todo el negocio crediticio. Ahora tienen en su punto de mira la sanidad y la educación. Un bocado demasiado apetitoso como para dejarlo pasar.

La forma más rentable para apropiarse de cualquier bien es de sobras conocido: consiste en desacreditarlo y deteriorarlo lo máximo posible para a la postre adueñarse de él a precio de saldo. Mientras esto ocurre, la mayoría de ciudadanos deciden seguir siendo sordos y ciegos (que es lo más cómodo) olvidando que más pronto que tarde llegará el día que cuando quieran despertar se quedarán sin habla y pasarán del silencio al llanto. Podemos intentar acabar con el expolio de lo público, pero para ello no debemos perder más tiempo, cada día que pasa estamos más hundidos en el fango y a este paso no tardaremos en hallarnos enterrados en él, para acabar, como suele pasar en estos casos, matándonos los unos a los otros, mientras los de arriba ven la corrida desde la barrera.

Cuanto peor funcione la sanidad y la educación públicas más dinero ganará la privada y en esas están. Lo que esconden todos estos recortes no es más que un acoso y derribo de la sanidad y la educación pública. La educación siempre debe ser apoyada, pero resulta sarcástico que tal y como están las cosas se siga subvencionando a la enseñanza privada, mientras se desvalija la pública; si es privada que sea ella misma la que se financie. ¿Es lógico restar a los que menos recursos tienen para dárselos a aquellos que tienen posibilidades de pagar un colegio o una sanidad privada? No debemos olvidar que cuando tienen beneficios no los reparten entre las entidades públicas.

Al final conseguiremos que España se convierta, en poco tiempo, en un país productor de mano de obra barata, de las pocas cosas que podremos exportar; y como suele ocurrir con la inmigración, primero se marcharán los más preparados, con lo cual nuestro crecimiento seguirá precipitándose al pozo de lágrimas donde van a parar las pescadillas que se comen la cola. Todo esto vendrá estupendamente a los que manejan el cotarro, pues bien sabido es que cuanto más inculto es un pueblo mas fácil es  de manipular y explotar.

¿Qué más nos deben hacer para que reaccionemos?

Están desmantelando el estado del bienestar y no tardarán en obligarnos a pagar por unos derechos básicos y fundamentales como bien alardea nuestra Constitución (pero claro, la Constitución también dice que tenemos derecho a una vivienda digna, cuando en realidad a lo único que tenemos derecho es a un desahucio indigno).

El estado del Bienestar según Forges

En Castilla La Mancha, como en el resto de España, se ha invertido muchísimo dinero, no sólo en instalaciones, para crear una universidad que hemos pagado entre todos, y  la cual lleva camino de acabar privatizada; vendiéndose a precio de ganga a los amigos de los que se han encargado de quebrarla; para colmo, seguramente el estado, entre otras cosas, les dará dinero y les concederá beneficios fiscales para que puedan adquirirla con más facilidad y consigan obtener beneficios lo antes posible. ¡Es el colmo! Un vergonzoso despropósito que con el dinero de todos se hagan grandes cosas para terminar regalándoselas a los de siempre; un negocio redondo, sin tener que dar explicaciones. El próximo ejemplo será el AVE, miles de millones gastados para que luego venga una empresa privada y lo compre por un valor infinitamente inferior al real. Pero, como no acabamos de aprender la lección, nos la siguen metiendo una y otra vez. Y lo más increíble de todo es que haya gente que siga creyendo en sus discursos o pensando que es lo que nos merecemos, para acabar dando las gracias por ello. Es como si después de intimidarte, robarte y apalearte acabas agradeciendo al delincuente todo lo que está haciendo por ti.

El servidor público que no sepa o no este en condiciones de luchar por una sanidad y educación pública de calidad debería tener la honestidad de dejar su puesto, si demuestra incapacidad e impotencia para resolver los problemas que se le plantean. Nos dicen que hay que recortar el elevado gasto que hay en sanidad y educación, pero antes deberíamos saber, a esas alturas, que tanto la sanidad y la educación no son un gasto, es una inversión que debe incrementarse aun más en tiempos difíciles. Sus frutos tardan en llegar, pero servirán para llenar bien  la despensa cuando lleguen las vacas esqueléticas.

Nuestro nivel cultural ya está a ras de suelo, de otra manera no se entiende que los ciudadanos sigan votando a los corruptos o a los políticos que nos mienten, ante nuestras narices, sin inmutarnos. Espero que podamos despertar antes de que el agua nos llegue al cuello, ya que de lo contrario los supervivientes están abocados a la sumisión y a la miseria absoluta.

Cuanto más tardemos en parar esto más dura será la caída y raro será que tras la rehabilitación, si lo conseguimos, las secuelas nos dejen, con educación y salud, levantar la cabeza.

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