Aquí os dejo el enlace de un contundente video sobre como perdemos fuentes y manantiales, patrimonio de todos que va desapareciendo sin darle la verdadera importancia que esto nos puede acarrear.

Brevísima introducción a la
CATA DEL VINO
según
“EL BIENHABLAO”

 

A la hora de catar y comentar las cualidades de un vino hay que remitirse a los sentidos: Vista, olfato, tacto, oído, gusto y séptimo sentido, que se analizará en el epílogo.

VISTA

La primera impresión que tendremos de un vino es la visual, por ello dependiendo de la tonalidad de su color los catalogaremos en: Blanco, clarete, rosado, tinto, tintorro y tintorrorenegrio que deja lamparones que no saltan.
Todo ello dependerá, esencialmente, de la variedad de uva, elaboración y su conservación; no será lo mismo si ha sido obtenido con bobal viejo o cabernet-sabañón; si fue estrujado a pie o a máquina; trasegado por gravedad o con bomba; conservado en un lugar fresco y seco, o por el contrario ha estado a to el soletón.
Dentro del color hay una gran gama con sus distintos matices que pueden ir del negruzco pálido, al beis ciego, pasando por el verde gamba. La lista cada vez es más amplia, tanto que a este paso van a faltar números para ordenarlos.
Hay que tener en cuenta que el sentido de la vista es orientativo, ya que un vino que tenga un agradable color y una atractiva apariencia no quiere decir, a ciencia cierta, que este bueno; al igual que un vino turbio y con posos nos puede indicar que es malo, cuando en realidad, lo más seguro, es que sea peor que malo.
Para apreciar como es debido su color, debemos verter un chorreoncete generoso en una copa, a ser posible transparente; colocándola sobre un fondo blanco y con buena luz, ya que a oscuras todos los vinos son tintos. Si deseamos ver su tonalidad, moveremos el vino en la copa haciéndolo girar suavemente de derecha a izquierda, nunca al bies, o con mucho nervio, ya que podríamos llegar a picarlo; observaremos como se desliza por la copa con la precaución de no quedarnos embelesaos al seguir su movimiento, ya que si esto ocurre lo más fácil es que acabemos derramándolo sobre la camisa, la bragueta del pantalón o el calzado, lo cual nos hará poca gracia y alguna o mucha, a los que tenemos al lao; si por el contrario lo capuzamos encima de la de persona que más a mano nos pilla, al que no le hará ni puñetera gracia será a ella. Con ello conseguiremos que cualquier comentario que hagamos a partir de ese momento carezca de credibilidad.
Este paso lo repetiremos a la hora de pasar al olfato, pero en vez de echarle un ojo, meteremos las narices en la copa.
Dentro del aspecto visual podremos también observar su fluidez, que aumentará cuantas más copas llevemos ingeridas; su transparencia, que crecerá cuanto menos vino nos quede en la copa; su brillantez según se nos vayan poniendo los ojillos, y la intensidad de color según lo tostaos que vayamos.
Se puede encontrar un atajo con el sentido de la vista a la hora de conocer las cualidades de un vino y consiste, en vez de observar el vino en la copa, ver lo que pone en la etiqueta de la botella.

OLFATO

El sentido del olfato, al igual que la vista, es orientativo. Un vino puede oler bien y ser una castaña; incluso oler bien y parecer potable, y como la misma palabra indica hacernos potar, aun siendo bebible; o por el contrario oler mal… y que no haya quien lo cate.
Según el olfato podremos clasificar los vinos, entre otros, en olor a: Enoecio, rancio, fresco, joven, maduro, con cierto aroma a tonel, tinaja, depósito, brisera, trullo, e incluso a goma de la bomba… Hay quien acaba detectando ciertos aromas a frutas, flores, cuero, almizcle, resina, humo e incluso a agua. La lista puede ser infinita multiplicada por el infinito, cosa que solo sirve para enmascarar su principal fragancia, ya que en realidad el vino debe oler únicamente a vino.
Para apreciar mejor su aroma deberemos repetir el paso anterior del movimiento en copa, introduciendo las narices, con precaución de no sumergirlas en el vino, y aspirar hasta que su olor, tras pasar por las pituitarias, nos rebote en el cogote y lo expulsemos por la boca. Si lo hacemos con los ojos cerrados potenciaremos el sentido, con cuidado de no perderlo y nos caigamos al suelo.
Sin duda alguna el olfato es el sentido que más unido está al recuerdo, de hecho para mí, cuando meto la nariz en un vino, lo primero que llega a mi memoria, no son olores herbáceos, florales, a especias o empireumáticos, si me preguntan a que me huele el vino, la respuesta es: “a mi abuelo cuando venia del bar”.

TACTO

Está cualidad la notaremos a la entrada en boca. Desde las papilas gustativas de la lengua hasta el calao de la muela, sentiremos el rastro que deja a su paso.
Hay vinos que son ligeros o densos desde el primer sorbo que damos, dejándonos la lengua: Aterciopelada, pastosa, áspera o cuarteá; dependiendo del retestín que se va impregnando en la boca, los dientes y el garganchón. Por ello hay vinos que se mascan “sin sentir” y otros que “hacen bola”, esto puede ocurrir en los poco o nada filtrados que tienen muchos chochetes, pellejo o incluso raspajo.

GUSTO

El sabor es algo fundamental, ya que nos animará a seguir consumiéndolo o cambiar de vino.
El gusto que desprende desde el primer ataque, puede pasar a recordarnos, como sucede con el olor, a frutas rojas, a virutillas de roble o incluso a productos lácteos; la gama es amplísima, de hecho cada vez se suman más apelativos, como el de tener cierto sabor a tabaco, habiendo quien afina aún más cuando remata la cata diciendo que sabe a tabaco rubio, negro o mentolao.
Según su sabor también se pueden catalogar en: Dulces, semidulces, generosos, roñosos, semisecos, extrasecos y en polvo. Esto en cuanto a los vinos tranquilos o poco nerviosos, en los espumosos o con gorgoritas se pueden distinguir en: Brut, dulce, más dulce, menos dulce, seco, el semicheco y el eslovaco.
Está claro que cuanto mejor sabe, más bebemos y cuanto más bebemos, más se acostumbra nuestro paladar a él, pudiendo disfrazar su dañino remate final, ya que no será hasta pasadas unas horas, cuando seamos plenamente conscientes de si además de saber bien, nos ha dejado la cabeza en su sitio y hemos pasado del “bienestar” al “mejorestar”, o por el contrario se nos han inflado los sesos y no nos cojen en el cráneo, lo cual suele producir además de malestar general un dolor de cabeza de brigada.

OÍDO

Ahora analizaremos el sentido del oído.
Este lo percibimos al verterlo en la copa. Puede sonar a fluido, apelmazao, denso o espeso; también los hay que suenan como si llevaran tropezones, sobre todo al final.
Otra característica auditiva que hay es cuando tenemos que pagar y escuchamos lo que nos cuesta.
Si un vino es bueno y nos clavan en la cuenta, nos causará cierto desasosiego y saldremos jodíos, pero contentos. Si el vino es regular y nos clavan, además de jodernos acabaremos malhumorados; si es malo y además nos clavan suele ser un timo que nos puede llegar a amargar la experiencia y producirnos rescoldina; por el contrario si es vino “de gratis”, beberemos más o menos, pero no nos joderá tanto e intentaremos no poner muchas pegas para que vuelvan a convidarnos. El vino “de gratis” o “de balde” suele resultar bastante más económico que el denominado “vino de Pago” y no nos dolerá en el musculo cercano a la cartera, teniendo la virtud de que si por desgracia es malo, puede dejarnos hasta buen sabor de boca, sobre todo si eres roñoso. Este tipo de vino suele tener buena acogida y aceptación, teniendo cada vez más adeptos. El sentido del oído también puede ser muy efectivo, ya que cuando alguien nos habla bien de un vino tenemos ganas de catarlo.

EPÍLOGO

Algo primordial y decisivo que pasan por alto todas las catas e incluso los más eruditos sommeliers es lo que denominaremos séptimo sentido o “efectos secundarios, terciarios y cuaternarios”, dicho de otra manera “como nos sienta”; ya que hay vinos que pueden tener buen color, buen olor, buen tacto, buen oído e incluso buen sabor y sentarnos mal o tumbarnos peor. Por ello debería clasificarse e indicarse bien en la etiquetación si son vinos para irse a echar la siesta, buscar un ibuprofeno 800 o para seguir disfrutando de ellos copa tras copa, llegando hasta los postres sin miedo a terminar balbuceando, con el sistema psicomotor seriamente dañado y haciendo amaguces.
Ya va siendo hora que de forma orientativa se nos indique en la leyenda de la etiqueta a que grupo pertenece el vino que estamos degustando, en evitación de desagradables sorpresas; pues podemos pasar de tener buen color de cara, mofletes bien encarnaos, sonrisa picarona y ojillos simpáticos a terminar enroscaos sobre nosotros mismo y más blancos que el enjalbiegue.

En definitiva el vino tiene que tener color, olor, tacto, sabor y oído únicamente a vino y toda parafernalia técnica o seudoculta en su comentario pueden servir para pasar un rato ameno y divertido, pero nunca para incitarnos a pagarlo caro.
Por último no debemos olvidar que la elaboración del vino no es una ciencia exacta, hay muchos factores que lo convierten en una bebida única y peculiar. El mismo vino nos estará distinto para comer o para cenar, según el estado de ánimo que tengamos, donde nos encontremos o con quien estemos compartiéndolo; por eso nunca debemos decir que un vino es “mejor” que otro, si no que nos “gusta” más o menos; es algo tan personal y subjetivo que dependerá de cada uno de nosotros, ya que aquel que a unos les resulte poco atractivo, para otros puede ser ideal. Esto no quita que un vino que ha sido contrastado, catado y recatado suela gustarnos y sentar mejor.
Para disfrutar de una copa de vino, no es preciso saber más o menos, es cuestión de “sentir”. Cada uno tenemos nuestros gustos y preferencias, pero si debemos reconocer que una de las virtudes y cualidades que hace del vino una bebida singular, es el hecho de que cada uno es una experiencia única, especial y fascinante, pues no sabremos a ciencia cierta ante que nos encontramos hasta catarlo, digerirlo y asimilarlo, no como la Coca-cola que siempre sabe igual y es una experiencia carente de emoción y sorpresa.
Si lleva más de seis mil años en la dieta del ser humano y no hemos prescindido de él, es sin duda porqué es más que una bebida, un bálsamo capaz de espantar los dolores y hacernos navegar, por unos instantes, en el bienestar, la alegría e incluso la felicidad, siempre y cuando no cometamos excesos y acabemos naufragando en él.
Nacimos y vivimos en tierra de vino y estoy seguro que si analizáramos nuestro ADN no sería raro encontrar en él alguna secuencia de bobal o macabeo.

SALUD!!!

A mi abuelo Ángel por el vino que le tocó trasegar; una condena a la que supo enfrentarse sin padecer por ello.

EL RECETARIO DE

“EL BIENHABLAO”

 

 

 

Este es un nuevo apartado que se suma a El Bienhablao. En él encontrareis una retahíla de platos variados, entremientras, postres… todos de fácil elaboración, con los que conseguiréis sorprender a vuestros invitados y a vosotros mismos, si os salen. En cada uno de ellos viene un pequeño comentario, los ingredientes que se precisan y una explicita guía para su preparación.

Que los disfrutéis ¡SALUD Y QUE APROVECHE¡

 

 

 

 

TOBILLOS DE TORDO FILETEADOS

 

Este plato debe tomarse con precaución, ya que empacha más que un yunque travesao. Debido a la gran cantidad de proteínas que tiene es ideal para gente que realiza mucho ejercicio físico o químico. Durante mucho tiempo se pensó que este plato lo trajeron, al igual que las tajadillas de tocino, unos musulmanes de la zona central del Sahara,  pero según recientes estudios se ha comprobado que esto no es cierto, ya que en esa zona del planeta no existen tordos, aunque si unas serranas abundantísimas por aquellos lares, que a veces se suele utilizar como guarnición y son una delicia para los tuareg, los cuales las recogen los días de lluvia montados en sus camellos al trote, ya que, como bien sabido es, esta variedad de moluscos gasterópodos terrestres alcanzan gran velocidad.

 

Ingredientes:

Dos tobillos de tordo.

Sal.

Agua.

Aceite de gravilla.

Gasones medianos crujientes.

 

Preparación:

Se cogen los tobillos de tordo y con el hacha se les quita la piel. Una vez esollaos se filetean a lo ancho. Las lonchas se limpian de cualquier callosidad que pudieran tener; a continuación se cuecen en agua fresca durante quince segundos, ni uno más ni uno menos, ahí está parte del truco para que salgan en su punto… y coma. Después se sofríen en aceite de gravilla, hasta que se doren. Durante este proceso se pondrán a remojo, menos de medía hora, los gasones crujientes para que luego nos sirvan de acompañamiento al plato, teniendo el cuidado de que no se espizquen o se hagan cisco; si quedaran algo sosos se les añadirán dos puñaos de sal. Como se dijo al principio, es un plato de digestión fuerte, no por los gasones, si no por los propios filetes de tordo. Si este fuera el caso y nos provoca una digestión pesada, se podrá aliviar con una infusión de sein de morcilla, sin piñones, y un chorreón generoso de cazalla. Si no desaparece la indigestión se puede probar a tomar un campanazo de coñá, y si aun así no desaparece, por lo menos estaremos más contentos.

Los huesos de los tobillos de tordo se pueden guardar para hacer con ellos un cocido.

 

 

 

 

 

 

OREJAS DE PALOMO EN SEIN

 

Este es un plato muy indicado para gente dura de oído, ya que como dice el refrán: “De lo que se come… se caga”, o era: “De lo que se come se cría”; bueno sea como fuere es de fácil preparación, si se consiguen los ingredientes, claro está. Es un bocado apreciadísimo por los paladares más exquisitos y remilgaos. Como bien sabido es, las orejas de palomo, pese a tener un alto contenido en plomo, sobretodo si es un palomo de caza, es de fácil digestión, muy nutritivo, y al tener pocas calorías es ideal para gente que quiera quitarse unos kilos de encima, bueno más que de encima, de los laos.

 

Ingredientes:

Dos pares de orejas de palomo.

Unas hojas de baladre rancio.

Vinagre a manta.

Sein.

 

Preparación:

Se buscan dos pares de orejas de palomo, a ser posible que no tengan sabañones. Se les quita la cera, si la tuvieran o tuviesen, y se sofríen en vinagre a manta, si es invierno; si es verano se puede sofreír en vinagre a sábana. Cuando se doren, se sacan y se extienden en el pollo de la cocina hasta que se plateen, momento en el que se añaden las hojas de baladre rancio, las cuales hemos hecho fosfatina en el mortero. Se espolvorean sobre la orejas y seguidamente se embadurnan bien en sein, dejándolas reposar en una orza bien tapada y fuera del alcance de la moscarda, los vecinos y parientes revientaorzas. Hay que tener precaución al pringarlas con sein, pues si nos pasamos pueden llegar a repetirse, aunque si se repite, es por que han salido buenas.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

SOPA DE LIEBRE AL ESCONDITE

 

Esta ligera sopa es muy indicada para gente convaleciente y estómagos estropeaos. Al no tener ninguna grasa, ni sal, ni otros condimentos la hace tan liviana que después de tomarse un cangilón de sopa, uno puede irse a comer tranquilamente todo lo que quiera, pues no dirás que emboza las tripas, todo lo contrario, por donde pasa va abriendo hueco. Su fácil preparación la hace indicada para gente muy ocupada que no tiene tiempo de cocinar por pasar mucho rato en el bar.

 

Ingredientes:

Una liebre.

Agua.

 

Preparación:

Se coge la liebre y se despelleja, ya que de lo contrario puede llenarse la sopa de mechones, lo cual afea la presentación, pudiendo incluso llenar de pelos la lengua del más descarao. Una vez avía la liebre, se mete en un pozal con agua del pozo, si no se tiene del pozo se puede poner agua corriente, teniendo la precaución de hacerlo antes de última hora, que es cuando le echan el cloro, ya que sacaría demasiao gusto a piscina. La liebre se deja unos cinco segundos en el pozal, a fin de que no se quede muy aguachá, y seguidamente la libre se esconde. El caldo resultante ya está listo para ser servido. Podrán comprobar que es una sopa muy digestiva, fina y ligera que no hace bola al masticarla, ni saca hebras. Como habrán adivinado se llama sopa de liebre al escondite, por que por más que le demos vueltas al caldo y pongamos cara de podenco, no encontraremos ni rastro de la liebre. Tendremos la precaución de guardar la liebre en un lugar ande nadie la pueda encontrar, como por ejemplo detrás de la foto de la comunión, allí nunca mira nadie.

Si queremos disfrutar la sopa y que nos dure más se puede tomar con un tenedor.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

RULANCHAS DE RULO EN ALMÍBAR

 

Este postre, indicado para saciar a los invitados más tragaldabas, es de fácil elaboración, ya que se utilizan únicamente tres ingredientes. Muy recomendado para estómagos delicaos y gente alicaída.

Por su alto contenido en omega-3 y rolex-7 es especialmente aconsejable para aquellas personas que padecen de estreñimiento, ya que irán al baño con una regularidad que te cagas, vamos como un Longines.

 

Ingredientes:

Un rulo medianico.

Azúcar moreno o castaño, según el tinte.

Agua, preferentemente de la fuente de La Santa.

 

Preparación:

Se coge el rulo con cuidado y se corta, a ser posible con la radial, en rulanchas de poco menos de un dedo de grosor. El polvo que sale al ir rulancheándolo se puede guardar para su presentación, esparciéndolo por encima como si fuera azúcar glasé, lo cual no añadirá dulzor y si colorido al postre.

Las rulanchas se dejaran macerar en almíbar durante un mes, semana arriba semana abajo, en un cuévano hermosico de goma. No se recomiendan los de pleita, pues acaban exudando y perdiendo líquido, pudiendo quedar las rulanchas rustrisecas, siendo su resultado menos ligero y más empalagoso.

Pasado un mes, se hace la cata para ver si están esponjosas, con precaución,  no sea la tentación de que aún estén una miaja duras y se nos esportille una muela. Si no están tiernecicas se dejan otro mes más y transcurrido este tiempo se vuelven a catar. Se repetirá esta acción con regularidad para asegurarse de que no queden muy blandengues, ni pastosas.

El sobrante se puede guardar dentro de una gaveta tapada con una estera de esparto, en un lugar oscuro y húmedo, como por ejemplo un trullo. Deben orearse una miaja de vez en cuando con el fin de que no se queden enorecías, ya que luego puede sacar gusto a rancio, no deseado.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

TRONCHOS DE ALIAGAS EN AGUASAL

 

Este nutritivo y agradable bocado no es apto para paladares remilgaos, estómagos enrobinaos o gente delicá que a to le pone pegas. Debemos hacer la advertencia, si no está acostumbrado a comer aliagas, que es posible le salgan yagas en la boca, lengua y esófago; sin olvidar que si no se saben masticar como corresponde, pueden producir ciertos aguijonazos al evacuarlos, lo cual debe tenerse en cuenta si se padece de hemorroides. Pese a todo es un manjar cargado de vitaminas, minerales y  propiedades afrodisiacas, aunque se recomienda no hacer sexo anal hasta no haberlos excretado en su totalidad, ya que siempre queda alguna púa que otra sin deshacer.

 

Ingredientes:

Aliagas tiernas en flor.

Agua.

Sal.

 

Preparación:

Se coge a puñaos una parva de aliagas tiernas en flor y se ponen a secar al sol toda una noche, a ser posible con sol menguante. Cuando estén bien secas se separan los tronchos de la mata, con la precaución de no hacerlo a contrapelo, evitando así que se desprendan las pinchas, ya que es lo más sabroso. Una vez separados los tronchos se meten en un lebrillo lleno de sal hasta los  bordes, al cual poco a poco se irá vertiendo agua, al gusto. Se deja macerar un día donde le casque bien el soletón, con el fin de que el agua se vaya evaporando a su chano chano. Una vez ocurrido esto el salitre quedará adherido al troncho, dando una textura garrapiñada. Los tronchos se sirven bien separados, evitando que queden enmarañaos o mal atrapazaos; y ya están listos para ser degustados.

Para su total disfrute se cogen de uno en uno, y primero se pasan de un extremo de los labios hacía el otro, intentando chupitear todas las púas para quitarles la sabrosa costra de sal que tienen. Al pasarlos dos o tres veces por los labios quedarán lo suficientemente tiernos para ser tragados, a ser posible mascándolos lo justo y con conocimiento, ya que algunas espinas pueden meterse entre los dientes, lo cual es un engorro. Este es un bocado de temporada que se prepara a principios de la primavera y como hemos mencionado al principio no es una vianda para gente delicá, aunque debemos ratificar que tanto su incomparable sabor y textura los convierten en un verdadero manjar, convirtiendo su degustación en una experiencia inolvidable, de esas que dejan huella o en su caso cicatriz.

 

 

 

 

 

 

 

HUEVOS DUROS DE MONJA VIUDA REBOZAOS EN ENGRUDO DE GUIJAS

 

Este es un plato típico de las Navidades, cuya receta ha permanecido durante mucho tiempo celosamente custodiado, en los conventos de clausura bajo llave como si fuera la reliquia de la rabadilla de San Fulgenciete mártir. Es difícil de llevar a cabo, no por su complejidad a la hora de su elaboración, si no más bien por lo enrevesado que es encontrar los ingredientes. Entre que cada vez hay menos monjas y que las pocas que hay no se dejan capar, hace que este plato roce los precios del caviar de hueva de angula. Los huevos de monja viuda más apreciados son los de monja marimacho o en su caso de monja sota, pues cuanta más mala folla tengan es más fácil que salgan duros y sean de dos yemas, lo que realza el plato.

 

Ingredientes:

Huevos de monja viuda.

Engrudo de guijas.

Sal.

Pimienta molida.

Vino a granel de la cooperativa, a ser posible una miaja picao.

 

Preparación:

Primero se localiza a una monja que esté viuda; de no encontrarla puede buscarse a una monja virgen, aunque no sé que cosa será más difícil si encontrar una viuda o una virgen. Bueno, una vez que se tiene a la monja se capa con hilo tilaor, hay que tener la precaución de ponerle una mordaza para evitar que cuando se le cape se le escape un  ¡mecagüen en la ostia puta…!, pudiendo dar esto un aroma algo fétido al plato o lo que es peor que se cuajen.

Para endurecer los huevos se dejan un día al raso, metidos en una zafa con engrudo de guijas y rebozados de pimienta molida. Al día siguiente para saber si están bien duros se les dará un par de mazazos con la almaina, si ésta se esportilla y salen chistas, es que va bien la cosa, si por el contrario los huevos se hacen cisco, se pueden aprovechar para preparar un consomé.

Una vez comprobado que los huevos están más duros que el culo de un mortero, se cuecen en vino tinto a granel de la cooperativa, hasta que la cascara se empiece a cuartear, eso querrá decir que ya están listos para ser degustados.

 

 

 

 

 

 

CHOTO EN ORZA

 

Este plato aparte de ser muy sabroso es altamente estimulante y afrodisiaco. Muy apreciado por adolescentes y ecologistas entrados en años (viejos verdes), por sus propiedades vigorizantes y reconstituyentes. No contiene grasas, ni colesterol, lo cual lo hace un plato cojonudo para todos aquellos que tengan que hacerse algún chequeo médico o bancario. Al ser muy digestivo y de fácil asimilación puede tomarse tantas veces como uno quiera, con la única precaución de controlar la libido, no sea que se nos suba a la cabeza y de allí nos baje a la entrepierna, con lo que acabaremos poniéndonos cariñosos con él o la que más a mano tengamos.

 

 

Ingredientes:    

Un choto joven.

Una cabeza de ajos.

Un puñao de sal.

Una espuerta de Azafrán.

Aceite de gasón.

Un comino.

 

 

Preparación:

Se agarra el choto, si se deja, y se afeita bien, a fin de que al comerlo no se nos queden pelos en la lengua. Se salazona bien y luego se sofríe en aceite de gasón, con un diente, una muela y un colmillo de ajo. No debemos olvidar echarle un comino, esto potenciará su sabor. Si se quiere crujiente debe freírse hasta comprobar que los bordes del choto empiezan a arquearse, eso querrá decir que lleva camino de torrarse. Se saca de la sartén y se mete en el fondo de una espuerta con azafrán dejándose seguidamente al raso; es preferible que sea de invierno, con el propósito de que la escarcha mañanera le de una textura más crujiente, fina y delicada. Una vez hecho esto se mete en la orza, la cual se rellena con el pringue sobrante del sofrito y se deja reposar unos cuarenta días, aproximadamente; y ya esta listo para ser degustado. Cuanto más tiempo permanezca en la orza estará más jugoso y tierno.

Para su presentación se abrirá el choto de par en par, y una vez que notemos que la testosterona la tenemos por la nubes, es que ya está en su punto. No conviene tomar este plato cuando uno esté traspillao, pues nos podemos empancinar, lo que provocara un empalme, que ríete tú de la viagra. Si al cabo de dos semanas vemos que no mengua el empalme, bien podemos utilizar la picha para partir almendra o como astil de la aza. Pese a parecer una paradoja, si el empalme va acompañado de Dolores, es más llevadero y puede que poco a poco se consiga que vuelva a estar morcillona.

 

 

 

CONSOMÉ DE JUANETES TIERNOS EN SALSA DE SABAÑONES A LA PARRILLA

 

Este suave y apetecible consomé está muy indicado para personas que padecen de los pies, pues con el sobrante uno puede darse unas friegas por las callosidades o los ojos de pollo, consiguiendo que se reblandezcan e incluso lleguen a desaparecer. Además es un excelente primer plato, ya que crea una película protectora en todo el estómago que ya puede uno beberse un depósito de vino picao de la cooperativa que no se va tener rescoldina alguna.

 

 

Ingredientes:

Media docena de juanetes tiernos.

Sabañones en rama.

Agua.

Orégano.

Medía cebolla.

Una mata de tomillo.

 

 

Preparación:

Se cogen medía docena de juanetes tiernos y se limpian bien, con agua fría y  una piedra pómez, para quitarles la roña y se les vaya el olor a requesón. Se hace un sofrito con los sabañones, media cebolla, una pizca de orégano y una mata de tomillo, que hemos arrancado decuajo, con la raíz y todo, teniendo la precaución de sacudirla bien, para que no tenga tierra, ya que de lo contrario está caerá en el consomé y al probarlo puede ser que nos recuerde a los berberechos de una latilla en oferta, los cuales siempre están mal aventaos y se nos llenará la boca de arenilla de esa que cruje al mascarla. El resultante se pasa por la turnis durante un par de horas; una vez que la turnis se recalienta y empieza a echar humo el motor, es que el consomé ya está lo suficientemente suave para realizar la última operación antes de su presentación.

Ahora viene lo más delicado de su elaboración, para ello tendremos que hacerlo con mucho cuidado y pulso; hay que echar el consomé a la parrilla, sin que se nos caiga una gota. Si las ascuas están muy calientes lo haremos solo vuelta y vuelta, siempre con precaución, a la hora de darle la vuelta, de que el consomé no se nos derrame, pues si cae al fuego hace un humo más negro que el sobaco de un grillo, y lo que es peor, nos quedaremos sin plato que poner. Debemos estar pendientes de que el consomé no coja punto de caramelo, ya que puede llegar a estar dulzarrón de más; así como intentar que no se nos cuaje, pues perderá la textura y finura que debe tener un buen consomé.

 

 

 

 

SOPA DE ZOMPOS CON ESCARCILES

 

Este apetitoso caldo es muy apropiado para gente de cabeza ligera y pocas ganas, así como para deportistas, pensionistas o personas que se encuentran acartonas. Bien sabido es que los escarciles son un gran depurante, que ayudan al hígado a limpiar el cuerpo de toxinas, por lo cual es aconsejable después de unos días de excesos como pueden ser fiestas de guardar o de esconder, patronales, Navidades e incluso Semana Santa; además al no tener carne entre sus ingredientes, es apto para guardar la vigilia, teniendo el cuidao de que si se guarda, acordarse donde se ha metio, no sea la tentación que se acabe la Semana Santa y no encontremos la Virgilia.

 

Ingredientes:

Media docena de zompos medianicos.

Una docena de escarciles o doce, dependiendo del número de comensales.

Sal.

Aceite virgen.

Una clara de huevo de ardacho.

 

Preparación:

Se lavan los zompos con abundante agua, a fin de quitarles la tierra que puedan tener, sobretodo si han estao danzando por la Caña. Se dejan cocer a fuego lento durante medía hora en una perola. Si uno tiene prisa lo puede hacer a fuego rápido, pero tiene el inconveniente de que con el hervor, los zompos se pongan a girar sobre su eje y debido a la fuerza centrífuga salgan despedidos de la perola, por lo cual es conveniente ponerle la corbetera a la perola; ya que se ha dao el caso que al asomarse, para ver como va la cocción, ha saltao algún zompo, con tan mala suerte de clavarse en la frente, lo cual es un engorro; pues entre que vas al centro médico, coges número, te mandan a Albacete a urgencias y vuelves, lo más seguro es que la sopa se te haya pegao. Una vez bien cocios los zompos se deshojan los escarciles y se van echando a la perola; las hojas por un lao y los cogollos por otro, con un chorreón generoso de más o menos media arroba de aceite virgen de almortas, si no encontramos aceite virgen podemos ponerle aceite putón, algo más sobao que el primero, pero que a la postre da el mismo gusto. Se van dando vueltas al bies, para que no se vuelvan a pegar las hojas de los escarciles a los cogollos, y no se nos corte, ya que si se corta el caldo saldrá a gorgotones,  adquiriendo una tonalidad rojiza tirando a beis, que a la larga formará grumos; si esto ocurriera se puede decir que los grumos son tropezones y nadie pondrá pegas. Una vez disueltos los cogollos de los escarciles quedaran los zompos flotando en el caldo; momento que se aprovechará para capuzarles la clara de huevo de ardacho que se adherirá a los zompos, formando una especie de rebozao; y ya está listo para su degustación.

En la presentación se puede poner un cordel liado en el zompo, terminado en una moneda de dos reales o bien la goma roja del tapón de las gaseosas. Un truco que sirve para que se enfríe la sopa es estirarle al cordel con fuerza, con ello conseguiremos que el zompo gire dentro del plato y el movimiento irá enfriando la sopa.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

BOBANILLAS DE ARDACHO FLAMBEADAS    

 AL NICOPLÁS

 

Este exquisito bocado, al igual que los tobillos de tordo fileteados, es de difícil digestión, pero tan apetecible que es imposible resistirse a no volver a degustarlo.

Su alto contenido en proteínas y vitaminas A, B, C y J, le dejan a uno el cuerpo con ánimo para irse al baile pa toa la noche. Solo hay que advertir que al estar flambeadas con nicoplás esto puede dar positivo en los controles antidoping a deportistas o gente de mal vivir, e incluso en el de alcoholemia de la benemérita, por lo tanto se recomienda más que no comerlo, dejar de conducir y hacer el mínimo deporte posible, excepto los ciclistas que pueden tomar tanto como quieran, total para como le van a salir los análisis.

 

Ingredientes:

Un par de bobanillas de ardacho.

Medía arroba de nicoplás.

Azúcar y algo de sal para quitar el dulzor.

Clavo.

Nuez moscada.

Preparación:

Se busca un ejemplar de ardacho, a ser posible que este en la edad del pavo, ya que estos suelen estar más apalominaos y son mas fáciles de cazar. Es conveniente que el ardacho que cojamos no este manco, que es lo más fácil, ya que de lo contrario tendríamos que pillar otro, lo cual es un trastorno si tenemos prisa. Una vez tengamos el ardacho se saca el hacha y se cortan las bobanillas; las manos hay quien se las guarda para hacerse unos pendientes; al ardacho se le puede echar una miaja de cromel en los muñones y dejar en libertad, lo cual siempre reconforta y afianza nuestro compromiso con la naturaleza. Hay gente que prefiere cortar las bobanillas con el motosierra, lo cual aparentemente puede parecer más cómodo, pero tiene el inconveniente de llegar a sacar gusto a humo del motor, dando un sabor no deseado al plato. Las bobanillas se lavan bien, durante una hora y media más o menos, tiempo que podemos aprovechar para ir a por tabaco, echar un vino, un tercio si eres legionario, o un quinto si sólo eres soldao. Tras esto se meterán en un lebrillo lleno de nicoplás y acto seguido con el chisque le daremos fuego para que empiece a flambearse, con cuidao de no acercarnos mucho, no sea la tentación de que se nos socarre el flequillo, las cejas y las pestañas, cosa que ha ocurrido más de una vez. Cuando está en to lo suyo se echará un poco de nuez moscada, de no tener nuez moscada se puede echar nuez tabanera, algo más picante y fuerte de sabor. Con una cuchara, que no sea de plástico, ya que lo mas fácil es que se nos regale, se prueba el líquido que flambea y si vemos que está desabrio se echan dos pares de buenos puñaos de azúcar, con la precaución de preguntar si hay algún diabético entre los comensales, si éste es el caso en vez de dos pares de puñaos, se echan únicamente uno y medio. Se vuelve a catar y si está muy dulzarrón se va echando sal hasta que nos recuerde su sabor a las tortas de sardinas más que a los rolletes bañaos. Mientras se flambean las bobanillas se puede recitar  con voz carajillera, a modo de conjuro, la hipnótica frase: “Ardacho, ardacho, que beba cuanto pueda sin llegar al empacho”. Así una y otra vez hasta que nos hartemos o alguien nos pida, por favor, que nos callemos. Acto seguido se añadirá un poco de clavo, de no tener clavo se pueden echar dos cáncamos. Cuando deje de flambear querrá decir que ya está en su punto para ser degustado.

Se dice que quien prueba las bobanillas de ardacho flambeadas al nicoplás no tarda en repetir, por lo cual es aconsejable no dársela a los guachos cuando están haciendo los exámenes finales, no sea que repitan hasta el curso.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

ENTREMIENTRAS

 

 

 

Como su propio nombre indica, son pequeños bocados que nos ofrecen entremientras llegan los platos de comida propiamente dicha. En otros lugares les llaman aperitivos,  canapés, piscolabis, tentempié… o “échame algo pa terminarme el chato”.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

PIEDRAS DE TRILLA GARRAPIÑÁS

 

Se coge un puñao de piedras de trilla y se meten en un barreño con almíbar hasta que se hinchen y floten, eso querrá decir que ya están listas para sacarlas y extenderlas en el pollo de la cocina, intentando que queden bien separadas para evitar que se peguen unas a otras y queden apelotonas, ya que luego tienes que ir con el escoplo para separarlas. Una vez seco el almíbar tendrán un color rojizo y una textura rugosa, pero suave; y ya están listas para ser degustadas. Las piedras de trilla garrapiñadas sirven tanto de acompañamiento a cualquier postre o tomarse solas. Deberán chuparse, nunca mascarse, pues lo mas fácil, si hacemos esto, es que se nos esportille una muela. Una vez bien rechupeteas nos quedará solo la piedra de trilla, la cual podemos seguir chupando todo lo que queramos; aunque sacaran ya poco sabor, estaremos entretenidos y nos ayudará a salivar. Cuando uno ya se ha cansado de chupitear o le ha salio un callo en el paladar o la lengua, de tanto darle vueltas, se dejan las piedras en un platillo, para poder volver a garrapiñar de nuevo esas mismas piedras de trilla. Es un entremientras muy socorrido, ya que se pueden reciclar las piedras una y otra vez. Hay que tener cuidao de no ingerirlas; si por casualidad se traga una piedra de trilla no pasa nada, pero si uno se traga dos es peligroso, ya que si se juntan en las tripas, del movimiento y roce entre ellas pueden hacer chistas provocando una ulcera no deseada.

 

OJOS TIERNOS DE LUCIO EN AGUASAL

 

Este entremientras está indicado parta acompañar cualquier vino blanco, personas que se encuentren solas, vermut o cerveza.

Se les saca a los lucios los ojos, con una cucharilla de café, con cuidao de que no se nos caigan al suelo y se esclafen. Si tienen algo de cataratas es conveniente quitárselas con una lija fina, a fin de que no pierdan el color y brillo original que los hace tan apetecibles. Los ojos tiernos se meten primero en un colirio, para quitarles las legañas y no se pongan coloraos; seguidamente se sumergen en una lebrillo con agua y sal. Se dejan allí durante un par de horas y ya están listos para ser degustados. Los ojos tiernos de lucio son un vicio, debido a lo sabrosos que los hace la sal.

Hay que tomarlos con cuidado de no pillar un atracón, ya que al llegar a la parte baja del vientre y ser tan tiernos y viscosos, uno puede creer que se ha echado un  pedo, cuando en realidad lo mas fácil es que salgan los ojos tiernos a gorgotones, sin poder parar la evacuación, que irá corriendo por el camal de los pantalones, hasta que el estómago se queda más limpio que una patena; volviéndonos la sensación de vació y las ganas.

 

 

 

 

 

ARANDELAS EN TEMPURA

 

Este entremientras por su alto contenido en hierro es muy indicado para personas con anemia o que padezcan algún desfarajuste hormonal. Primero se sofríen las arandelas hasta que se pongan al rojo vivo, una vez adquieran ésta tonalidad se sacan y se meten bajo un chorro de agua caliente para que se enfríen poco a poco hasta ennegrecer. Seguidamente se rebozan, sobándolas bien y se vuelven a freír, está vez en aceite de hueso de plátano con tempura, para que queden crujientes y no se apelmacen. Cuando se enfríen ya se pueden catar, pero sin atiborrarse. Hay que advertir que las personas que tengan fiebre no deben probarlas, ya que lo mas fácil es que con la temperatura se dilaten en el vientre, lo que puede provocar un empancinamiento y una digestión pesada y cansina, sobretodo si hemos comido más de medio kilo de arandelas. También es aconsejable no tomarse en exceso si vamos a viajar en avión, pues es fácil que si nos las zampamos a trancazos, se nos queden en el buche y se nos hinche la andorga y el escáner nos pite y nos tengan allí un buen rato sin dejarnos subir al avión, con la escusa de que llevamos sobrepeso, sobretodo si viajamos con una línea área de bajo coste.

 

 

 

 

 

 

TÁBANOS EN SALSA PICANTE

 

Este entremientras es de temporada, solo se puede tomar cuando viene el buen tiempo y hay abundancia de tábanos. Es muy socorrido, pues además de ser picante y abrir el apetito, es de muy fácil preparación, pudiéndose catar a cualquier hora del día, sin miedo a que nos quite el hambre. Se necesitan un buen puñao de tábanos, los cuales se tuestan en una sartén con una gota de aceite y dos dientes de ajo, a ser posible sin caries. Justo en el momento que empiezan a pegarse a la sartén, se les capuza una salsa picante que habremos preparado con antelación. La salsa se hará con media docena de guindillas, perejil, vinagre y pimentón para que le de color; se machaca todo bien en el mortero hasta que quede hecho mistos y tenga la salsa una textura uniforme. Si nos sale demasiado picante hay gente que la suele rebajar con un chorreoncito de tabasco.  Una vez bien removidos los tábanos en la salsa, ya están listos para ser degustados. Si no nos queda muy picante, se puede hacer un pequeño truqui que consiste en echar unos cuantos tábanos vivos a la salsa, y raro será que no nos pique.

 

 

 

 

 

PRÓXIMAS RECETAS:

 

 

PASTEL DE SERRIN DE OLMO.

SOPA DE PERIFOLLA DE CEBOLLA CON BARBAS DE PANIZO.

TOCONES DE CARRASCA EN ESCABECHE.

MONTADITO DE GRAVA AL BALADRE CON GARABANZOS TORRAOS.

CARDO MARIANO EN SALSA SOLTERONA.

SEQUILLOS BAÑAOS.

ROLLETES DESHUESAOS.

VIRUTAS DE PERNIL DE TRUCHA.

MANGAS DE HUMO REFRITAS CON OJOS DE OLMO.

COCIDO DE CHICHINABO.

PATATAS A LO POBRE SALTEADAS A LA PRIMA DE RIESGO.

 

 

 

 

Estamos de enhorabuena ya que “El Bienhablao” ha rebasado, el pasado mes de Mayo, la cifra de medio millón de visitas, a fecha de hoy ya estamos en más de 510.000. La página sigue caminado con paso firme, ya que continua superando las quinientas visitas diarias; durante este tiempo sus visitantes han visionado y leído más de un millón cien mil páginas de su contenido.

Por países, como es de esperar, es España desde donde más visitas se han realizado, seguido de México con más de 35.000, que representa un 6’5%; Colombia rebasa las 20.000 con un 4%;  Argentina algo más de 13.000 con un 2’57%, seguida muy de cerca de Estados Unidos con más de 12.000 con un 2’51%. Dentro de España es Madrid con más 105.000 visitas que representan un 29’6% la ciudad desde donde más visitas nos han llegado, continua Barcelona con más de 35.000, con un 9’4%; Valencia más de 28.000, con un 7’8% y Albacete con cerca de 20.000 que representa un 5’2%.

Se puede decir que nos hemos paseado por todo el mundo, quedan algo menos de una docena de países  por donde no hemos recibido ninguna visita, entre ellos Mongolia, Somalia, Centro África, Zambia o Botswana.

Vuelvo a dar las gracias a todos los que os acercáis a este rincón de internet para compartir todas estas palabras, y claro está, a aquellos que lo enriquecen con sus comentarios y aportación de palabras.

Continuaremos trabajando en esta página para mejorarla y hacerla más rica y atractiva a todos los que os dignáis a acercaros a consultarla o simplemente a dar un garbeo por entretenimiento.

Reitero las gracias a todos y os deseamos que paséis un estupendo verano, si es posible, en el lugar más bonito del mundo que es aquel donde se encuentran las personas que os quieren.

El pasado día 30 de Noviembre en el programa “A la vuelta de la esquina” de Radio Castilla La Mancha hicieron una entrevista sobre “El Bienhablao”  y aquí os dejamos el audio de dicha entrevista por si queréis escucharla.